Cómo elegir vehículo

 

La variedad de los tipos de viaje es inmensa: breves, sin fecha de regreso, a solas, en familia, hacia tierras inhóspitas, recorriendo urbes, de lujo y descanso, austeros… Los detalles corresponden a los gustos de la persona que lo emprende, sus posibilidades financieras y los motivos que le ponen en marcha. No es igual alguien que disfruta de la soledad, acampar en la naturaleza, hacer deporte y llevar un equipaje mínimo (quizás a ese ser le basten las dos ruedas de una bicicleta), que alguien con hijos, mascota, amante de la comodidad y de dormir en cama blanda. Es probable que este último busque otro tipo de transporte, pero similar a un hogar sedentario, aunque rodante. Toda elección tendrá sus pros y sus contras.

En el momento de elegir un vehículo recreativo (RV), el destino elegido cuenta. Si la furgoneta o van tiene que visitar parajes rústicos sin caminos asfaltados (e incluso sin caminos), un 4×4 es lo ideal, ya que permite llegar prácticamente a cualquier parte. Si la ruta escogida se compone básicamente de autopistas y carreteras, bastará una tracción normal (4×2). En los grupos de viajeros por internet se puede consultar el estado de los caminos del país a recorrer. Para conocer LatinoAmérica, por ejemplo, podría suponerse que se necesita 4×4, pero no es así. Es suficiente un vehículo con la parte inferior de la carrocería no demasiada baja.

El presupuesto disponible sí marcará importantes diferencias. Si se quisiera transportar en barco el propio auto de un continente a otro (lo que en inglés nombran “ to ship”), habrá que disponer de una buena cantidad de dinero. El precio depende del volumen y el peso del objeto (unos 2.500 euros como mínimo). Si el plan es comprar vehículo en el lugar de llegada (teniendo en cuenta que después habrá que revenderlo), Estados Unidos y los países de la Unión Europea resultan más baratos, ya que son productores de autos, lo que disminuye los costos de fabricación y venta. En la franja de América latina hay sustanciosas variaciones en la relación calidad-precio. Naciones como Perú y Bolivia ofrecen autos de segunda mano en estado deficiente y caros, a comparación de Brasil o Argentina, donde los precios bajan y la calidad mejora. De Ecuador se dice que es el planeta donde se pretende vender cualquier cosa más cara y destrozada de lo que se compró. Chile es quien se lleva la palma en cuanto a los beneficios de esa relación.

Dentro del presupuesto disponible, la mayor parte se gasta en combustible, proporcionalmente relacionada con el kilometraje que se prevee hacer y con el tipo de motor que nos arrastra: un bencinero (término del español americano que se refiere a que usa gasolina) consume bastante más que un petrolero (diesel), y no será lo mismo desplazar una pequeña van de mil kilos de peso que una autocaravana de varias toneladas. Los motores de marca USA como Dodge, Ford o Chevrolet, son voluminosos y consumidores. Los asiáticos suelen ser más reducidos y eficientes.

La facilidad para conseguir repuestos en la ruta es otro detalle a considerar. No todas las marcas se hallan en todo país. El modelo combi de Volkswagen es la excepción, por la universalidad de este clásico de periplos hippies y una comunidad de pasajeros mundial y fetichista que se apoya entre sí gracias a las redes sociales.

Cualquier auto puede ser una casa que se desplaza. En Portugal conocí una pareja sexagenaria que dormía en su pequeño Seat 127 echando hacia atrás los asientos delanteros. Otro amigo chileno transformó la caja trasera de su camioneta ( pick-up ) en un cuarto de techo bajo con cama en el suelo. Una artesana española que se fue a vivir a una furgoneta con su perro a las islas Canarias fue la inspiración para aventurarme sola a crear mi primer mini-dormitorio. Cuando se unió a un compañero argentino y tuvieron dos hijas, se cambiaron a un camión con dos estancias para el viaje familiar, y yo también comenzé a gestar la idea de un lugar más espacioso.

Si las monedas que se tienen son limitadas y se dispone de tiempo y gusto por el trabajo manual, se puede modificar una van /furgoneta /furgón para volverla hogar (lo que se llama “camperizar”). Usando materiales reciclados o baratos se puede lograr una aislación térmica que permita permanecer en el interior a una temperatura agradable independientemente del clima externo. Contra el frío existe la opción de usar un ladrillo refractario: es pequeño, se calienta en una sartén y después irradia su calidez, suficiente para un lugar reducido.

En internet se pueden encontrar muchas ideas sobre cómo hacer camas convertibles para ahorrar espacio, muebles a medida para aprovechar cada rincón y multiplicar los usos de un mismo mobiliario. Es posible disponer de una cocina esencial y hasta existen inodoros portátiles, útiles en caso de pernoctar en la ciudad o no conformarse con orinales o bolsas para recibir las emergencias corporales de la vanlife .

 

La desventaja de una van son sus diminutas dimensiones, que le hacen parecer una casa de muñecas, lo que a su vez es, por otro lado, su punto fuerte: puede usarse tanto en el día a día como para escapadas o vivienda, pasando desapercibidas y proporcionando la tranquilidad que ello supone, más cuando se duerme dentro. Son mucho más manejables y prácticas para el tráfico y el aparcamiento. Caben en la estrechez de algunas calles coloniales, la bajeza de ciertos túneles y de árboles de corta estatura. Algunas personas resuelven la molestia de no poder ponerse de pie con un techo elevable (también conocido por pop-up), que sirve además para una segunda cama elevada. Otras nos resignamos a estar básicamente sentadas en el interior y otras adquieren un furgón de mayor envergadura. Un truco para ganar espacio es hacer que los asientos delanteros sean giratorios.

Caminando hacia la caravana y la autocaravana, pero sin llegar todavía a la amplitud de éstas, se halla la llamada camper-truck o pick-up camper : una cápsula en forma de L invertida sobre la caja de una camioneta con sus particulares ventajas e inconvenientes . Es de quita y pon, por lo que puede disociarse del auto que la carga y usar éste independientemente, aunque montarla y desmontarla no es sencillo. Además, los ajustadores o tensores que se colocan para unir ambas partes son costosos y hay que controlar que no se aflojen. Si se compran de fábrica, las camper-truck suelen tener wc y ducha, dependiendo del modelo y del año (en general, desde 1995). Claro, que siempre existe la opción de mandar construir una cápsula a medida de nuestro vehículo, más elemental, menos lujosa.

También existe la versión pop-up camper, cuyo techo se extiende hacia arriba y se vuelve a comprimir, lo que evita la resistencia del viento y reduce el gasto de carburante. La cama (que suele situarse sobre la cabina del volante) suele estar separada de la “sala de estar”, a un nivel más bajo. Pero, ante una situación de inseguridad, no hay acceso directo a tal cabina para echar a andar la camioneta y largarse.

Si aún se desea más rapidez a la hora de disociar el auto del espacio de vivienda nómada, puede optarse por dos diferentes tipos de casa de campaña: el roof-tent ( carpa que se monta sobre el techo del vehículo) y el pop-up trailer o tent-trailer (una carpa-remolque más sofisticada, que al desplegarse hace aparecer varias camas tamaño queen ).

En la plaza de Nueva Imperial, una metrópoli pueblerina del sur chileno, conocí a una familia argentina de cinco integrantes que había customizado un autobús. Hasta el tablero (donde se sitúan velocímetro, cuentakilómetros, luces controladoras, etc.) había sido reconstruido artesanalmente en madera por el padre. En otra plaza remota, una mujer había convertido otro bus en acogedora cafetería y futura residencia overlander. Hay seres que acondicionan ambulancias, coches de bomberos, camiones industriales y hasta construyen minúsculas cabañas de madera sobre un chasis. Para los menos ingeniosos, que necesitan igual holgura por ser familia numerosa o porque se plantean vivir viajando en la carretera, existe la tradicional caravana y su evolución compactada: la autocaravana, más conocida en suelo americano con el término inglés motorhome .

La primera es un remolque para automóvil. Las principales diferencias con una autocaravana son la falta de tracción propia y que el espacio habitable y el vehículo son entidades separadas. Esto permite dejar la casa en un camping o parking (que hay que pagar) y utilizar sólo el auto si es necesario, ahorrando combustible en esas ocasiones. La caravana también puede hacerse temporalmente sedentaria (por lo que exige un lugar donde guardarse cuando no está en movimiento) o albergar la sede de un negocio móvil.

La motorhome es, como su nombre anglosajón indica, el hogar motorizado por excelencia. Al pesar más de 3.500 kg. requiere el carnet C1 para manejarse (a partir de 7.500 kg. se necesita el C2). Sus motores son enormes, robustos y consumen mucho, hasta 30 litros/100 km. Por lo mismo, sus depósitos para agua y combustible son de gran capacidad. El poder adquisitivo para comprarlas varía: encontré una antigua y de segunda mano al mismo precio de una van camperizada. Las llamadas Premium, de diseño y fabricación personalizada, exceden la mayoría de posibilidades de la gente común.

Las más austeras poseen cuarto de baño completo, cocina equipada, una cama amplia y asientos que pueden volverse colchones nocturnos, acunando a seis o siete individos. Las más lujosas pueden alcanzar los 9 metros de largo, 4 de alto y 2,5 de ancho, con la consiguiente dificultad de desplazamiento. Éstas se elevan sobre la base de un autobús, son aptas para carreteras en buen estado y llegan a tener un garaje interno para un segundo vehículo. Las hay cuya base es de camión, con tracción total y los bajos de la carrocería bastante elevados, ideal para parajes forestales, desiertos, nieve y países con poca infraestructura automovilística.

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